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Mostrando entradas de agosto, 2020

Trust me.

  Confianza. Me di cuenta que, en verdad, nunca aprendí a confiar ni en otros ni en mí. Pero debo tener  un master en desconfianza. Mientras crecía me han dicho que no confiara en  extraños, que no me acercara a desconocidos, hasta me han comentado, que no confíe en mi  sombra porque desaparece en la oscuridad. "No confíes en nadie" es la frase que tomé y  usé como escudo. Ahora pienso, si realmente me ayudó o me convirtió en sombra. Creía  que la confianza es aquella que se otorga no apresuradamente pero en cómodas cuotas.  Medir a las personas, evaluarlas y otorgarle un gramo de confianza, como en un juego de  estrategia. Acaso, eso es confiar? Hacerlo de a poco, con suspicacia y con temor? Porque  confiar es tirarse a una pileta sin saber cuanta agua hay debajo. Y es aterrador. Confiar tiene mil aristas, mil formas, y solo cuando es completa es real. He leído que "la  confianza tarda años en construirse y minutos en derrumbarse" es bastante tonto, no lo  crees? T

Navegar

 Otro día más y lo sigo buscando a esta altura pensé tener respuestas Pero a cada paso las preguntas se multiplican Vuelvo a armar este rompecabezas pero ya  no distingo la imagen Cuando miro la brújula, ya no indica al norte por dónde ir si no tengo una ruta  me dirijo a nuevas direcciones para ver si lo encuentro  Si es que existe uno, si es que vale la pena cada día Me siento reflejada en la hoja que cae del árbol y danza con el viento a merced del destino (si es que existe) Me dejo consumir por sueños largos y mucha lectura Mientras mi libro sigue estancado  Cada día es una nueva tirada de dados Sin saber si debo tomar el timón o dejar sola a la vela Vuelvo a barajar y a repartir dejándolo al azar Me vuelvo a preguntar si tiene sentido Sola desorientada, sin saber a quien consultar Parecen caminar sabiendo a donde se dirigen, admiro su fuerza y decisión Yo sigo buscándole el sentido Estar perdido para encontrarse o para dejar que el mundo te dirija Ya me perdí en varias ocasiones y

In the end

  Lo vi a lo lejos, y sonreí. De esas sonrisas que se te dibujan en la cara sin pensarlo, de esa alegría que viene de adentro y que se demuestra con una mueca de labios. Sonreí. Después de todo, volví a sonreír (y no era poco). A medida que se acercaba mi corazón galopaba más y más fuerte, sentía que iba a salir de mi pecho. Nerviosa, ansiosa, temblando, un poco desequilibrada y confundida. Estaba en esa esquina esperándolo, como habíamos acordado. Por un momento, me tuve que apoyar sobre una pared porque pensé que iba a desfallecer a cada paso que él daba. Cuánto tiempo había pasado? Ya ni lo recuerdo, había perdido la cuenta a la vez que perdía la razón.  Lo abrace, o mejor dicho, me desvanecí en sus brazos. Me tomó con fuerza y me apretó tan fuerte que sentí que todas mis piezas se volvían a unir. Volví a sentirme entera, a ser una. Me abrazó por uno minutos. No hay dudas que sintió mi temblor y mis lágrimas mojar su remera. Pero no dijo ni una sola palabras.  Fueron minutos, pero s